Stéphane SOLIOT
Stéphane Soliot es el responsable de clasificar las duelas en el taller de Cadus.
LA MIRADA DEL TONELERO: UN CONTROL MINUCIOSO
Sin ninguna relación inicial con el mundo vitivinícola, Stéphane, de 46 años, descubrió la tonelería siendo muy joven, a los 19 años, cuando trabajaba en el sector de la metalurgia. Esta oportunidad se convirtió en su vocación y, 27 años después, domina este oficio con una precisión extraordinaria. En la actualidad, es un eslabón esencial en la selección de las duelas, las piezas de roble con las que se fabrican las barricas y los toneles.
«Lo más difícil es identificar bien la veta de la madera y detectar los mínimos defectos (nudos, contrahebra, riesgo de fugas o roturas) para seleccionar solo las mejores», explica. «Cada lote de duelas es diferente, por lo que hay que estar muy concentrado», y añade sonriendo: «¡No se aprende en dos días!».
UNA GARANTIA DE CALIDAD
El rigor, la vista aguda y la paciencia son sus aliados diarios. Su puesto exige una atención constante y un profundo conocimiento de la madera, que ha ido adquiriendo a lo largo de los años. Durante los picos de actividad, Stéphane puede clasificar hasta 18 palés al día, lo que supone cerca de 1800 duelas. Se trata de un trabajo en la sombra absolutamente esencial para garantizar barricas excepcionales.
En un sector en el que la calidad de la madera puede variar, su experiencia es un referente. Artesano discreto, pero apasionado, se asegura de que solo las mejores duelas se utilicen en la fabricación de las barricas. Esta exigencia contribuye, a la larga, a la elaboración de los grandes vinos del mañana.
Un oficio fascinante e indispensable. ¡Enhorabuena, Stéphane!
